A veces un objeto, un “sencillo” objeto, tiene el poder de cambiar la historia porque su portador así lo quiso. Otras veces, se vuelve parte de el de manera inesperada, tal como sucedió con los Suede de PUMA en el Estadio Olímpico de Ciudad Universitaria hace 50 años.
Tommie Smith, Peter Norman y John Carlos, son nombres que todo estudiante de Ciudad Universitaria y residente de la Ciudad de México debería saber y no, no porque hayan marcado un gol, sino que dejaron un impacto más grande que él que un jugador deja sobre una cancha; ellos, sobre un podio donde los coronaban por ser los hombres más rápidos de la tierra en 1968 ante miles de personas que los veían en vivo en el Estadio Olímpico de C.U. y millones más desde sus casas en televisión, decidieron rebelarse y con ellos, sin querer, también PUMA lo hizo.
Estos eran unos campeones con una voz, una voz tan fuerte que no tuvieron que decir una palabra para expresarse, sino que simplemente tuvieron que ver cómo sus acciones hacían un eco colosal que aún hoy, en nuestros días, se escucha.
La historia nos dice los siguiente:
“Llegó el momento de la entrega de medallas de los 200 metros lisos. Ante la extrañada mirada de todos los asistentes, Smith y Carlos llegaron de una manera algo peculiar al podio. Ambos iban descalzos, pero con calcetines negros (que representaban la pobreza de los negros). John Carlos llevaba la chaqueta del chándal desabrochada, con un collar de cuentas que representaba a aquellos afroamericanos que murieron colgados, linchados o en los barcos que transportaban esclavos de África a América. Smith llevaba una bufanda negra, que representaba el orgullo de su raza. Ambos llevaban una insignia del Proyecto Olímpico por los Derechos Humanos, una organización en contra del racismo en el deporte. El australiano Norman -un “ajeno” a su causa- también la llevaba, en solidaridad con sus compañeros. Y por último, Tommie Smith llevaba un par de guantes negros. John Carlos había olvidado los suyos en la villa olímpica y el australiano les aconsejó una solución: Que Smith le prestara el guante izquierdo a Carlos y así ambos podrían llevar un guante en el podio. Y sucedió lo que todo el mundo sabe. Cuando sonó el himno de los Estados Unidos de América, Tommie Smith y John Carlos agacharon la cabeza y alzaron el puño enguantado (Smith el derecho, Carlos el izquierdo). Fue un escándalo. La música del himno estadounidense se mezcló con los abucheos del público por la actitud de los atletas estadounidenses. No eran conscientes, quizá, que eran testigos directos de uno de los momentos más emblemáticos, más simbólicos, más recordados de la historia del Olimpismo.” (Fuente: 20 Minutos).
Smith y Carlos estaban haciendo historia en muchos aspectos, ya que no sólo se mostraban como partícipes del Black Power, sino que también en ese momento, dieron inconscientemente, un lugar estratégico a PUMA sobre otras marcas. Vamos a dar contexto al porqué este hecho importa tanto, y porqué es clave en la historia de la marca, ya que este momento tiene una réplica permanente en la Universidad Estatal de San José en California:
Para el momento en que llegan los Olímpicos de 1968, no había tantas marcas en la escena (Nike apenas tenía 4 años de vida), y los patrocinios funcionaban de manera muy diferente a como se dan hoy día, de hecho, estaban prohibidos, y recibir dinero por usar productos de una u otra marca, era considerado como una falta de ética por el Comité Olímpico Internacional en aquellos años; por lo que lo más común, era que los atletas de un país, no calzaran pares de la misma marca que vestían.
Es aquí que entra Smith, quien más allá de emitir un mensaje político junto con Carlos y Norman, hizo algo que sirvió de perfecta propaganda a PUMA y a su Suede, ya que no usó los zapatos en los pies; los llevo en la mano, los levantó en alto mientras le colgaban la medalla, y luego los dejó en el podio para protestar, todo mientras sonaba el himno norteamericano en los altavoces del Estadio Olímpico de Ciudad de Universitaria, con su cabeza baja y su puño en alto con ese infame guante negro, el par quedó junto a él, lo que decía para ese momento, no sólo somos la marca de los campeones, sino también que era la marca de los revolucionarios, de los rebeldes, de esos que destacan y sobresalen en más de un aspecto.
Esto fue clave, la comunidad afroamericana tenía un ícono, y también entonces tenía una marca que los entendía y los apoyaba; PUMA entendió lo que había sucedido, y no lo iba a desaprovechar.
En 1970, antes del Mundial México ‘70, Horst, hijo de Adi, y Armin, hijo de Rudolf, firmaron en silencio -sin avisarle a los medios ni nadie- el “Pacto Pelé”, con el que ninguna de las dos marcas pelearía por el astro de Brasil ya que sería una pelea difícil y costosa, además de la presión que podría representar al jugador. Hecho esto, Armin ignoró el pacto, siguió los pasos de su padre, voló a Brasil y le entregó a Pelé $25,000.- USD por ese año, más otros $100,000.- por cuatro años más, así como un acuerdo por un pago de regalías del 10% por cada artículo con la firma del jugador que fuera vendido. El objetivo de PUMA era claro: apoyamos al talento, pero sobre todo apoyamos al talento afroamericano que es menospreciado y mal visto, y sea como sea, ellos iban a ganar. Lo que la marca quería proyectar era su saber de que el talento está en las minorías. (Plot Twist: se dice; que Pelé jugó la final de México 70 ante Italia con un par de adidas al que le mandó quitar las 3 franjas y “brandearlo” cual PUMA, ya que el jugador aún no estaba muy cómodo con los tacos de su nuevo sponsor, y como él había estado usando adidas desde mucho antes, prefería jugar con algo con lo que estuviera realmente cómodo. ¿será cierto?)
En 1973 hicieron otro fichaje similar, el de Walt Frazier, jugador de la NBA mejor conocido como “Clyde” quien recibió un zapato con su nombre, un zapato que causaría una revolución, ya que no sólo era el zapato de uno de los mejores jugadores de la liga, sino también del más extrovertido, y sobre todo, un hombre que se hizo en las calles, entonces de nuevo PUMA estaba allí, siendo un calzado con algo más que colores bonitos, sino con una historia que por conveniencia o no, hablaba de reconocer el talento en medio del caos, de manifestarse junto y por los oprimidos, de mostrar que el talento no sólo estaba en los círculos más selectos, sino también en las calles; y por ello, el Clyde se volvió un par icónico, tanto, que muchos lo recuerdan como el calzado original de los b-boys (bailarines de breakdance) de los 70s, y también como un zapato disruptivo en la duela.
Ahora vayamos de nuevo a ese podio de México ’68, y veamos al segundo lugar, Peter Norman, el no era de Estados Unidos, no era negro, él simplemente pudo hacerse de la vista gorda a lo que estaba pasando, recibir su medalla, y seguir con su vida, pero las cosas fueron diferentes, y es que Norman se manifestó usando un botón del Proyecto Olímpico para los Derechos Humanos, eso y claro, darles la idea a Carlos y a Smith de usar cada uno un guante para ambos poder manifestarse.
Lamentablemente, la historia lo olvidó, contrajo gangrena por una lesión, se volvió alcohólico por la depresión, y falleció en 2006, y cuando nos dejó, Smith y Carlos no olvidaron, y ellos ayudaron a cargar su féretro, y es que este héroe, no fue bien recibido en su país a su regreso, fue abandonado por quienes lo apoyaron y, fue no por la lucha que se vivía en Estados Unidos en aquel momento, eso era lo “nuevo”, lo “común”, puesto que ya teníamos el antecedente de Rosa Parks -para este momento–; lo que no veía la gente, es que Norman no hizo esto por los Estados Unidos, sino por Australia misma y el cómo este país había vejado y abandonado a sus aborígenes, a su propia gente de color. Norman no quería quedarse callado, sin embargo no parecía haber una forma fácil de comunicar este descontento, hasta que vio el cómo y entendió el porqué de Carlos y Smith.
En los Juegos Olímpicos, y los deportes en general son escenario de algo más que feroces batallas entre atletas, sino también entre marcas, gobiernos, políticos y varios otros personajes, y claro, como vemos la ideología política de las personas siempre será un factor relevante para llevar a cabo una cosa (como sucedió en Berlin en 1936 o en Munich en el ’72) o para celebrar otra.
Los puños que levantaron Smith y Carlos, golpearon al mundo más fuerte de lo que Mike Tyson alguna vez golpeó a alguno de sus rivales. El silencio de Norman dijo más que cualquier discurso que haya dicho algún político a un micrófono al cerrar alguna vía principal y desde entonces, nada habíamos visto en los Olímpicos que hiciera un eco de esta manera, hasta el año 2000. Justamente en Sidney, Australia, una compatriota de Norman, Cathy Freeman, celebró su victoria en los 400m haciendo algo que ya en ese momento a pocos molestó, y que al contrario, sirvió para coronar lo que Norman hizo, Freeman celebró corriendo descalza llevando la bandera de los nativos australianos y la bandera australiana, todo encajando perfectamente en los juegos de la reconciliación que les llamaron a esos de Sidney.
Rudolf Dassler y su hijo entendieron que allá afuera hay una mayoría con más ganas de ser entendida, que un insignificante 3% que lo tiene todo. Al día de hoy, aunque PUMA es una de las marcas deportivas más cercanas al lujo dado su relación con el automovilismo y la alta costura, sigue apoyando a grandes y nuevos talentos de las llamadas minorías, tanto en atletismo como en fútbol y en varias otras disciplinas, mismas donde interactúan con atletas e íconos que ellos mismos han impulsado, tales como Usain Bolt o Rihanna.
A veces conviene ser rebelde y a PUMA le ha ido bien siéndolo. No ha sido fácil, pero lo han sabido llevar, y en este punto de la historia, saben, al igual que cualquier otra marca, que no darle la mano a las minorías puede ser extremadamente perjudicial.