Han pasado más de 12 meses de letargo, un sueño que parecía eterno, fue interrumpido. Nuevamente, gracias a todas las voces que hicieron posible este regreso, es momento de otro relato desde la cripta
Por PARCO
Vivimos en un mundo sensible, políticamente correcto, altruista y pro cualquier cosa. Hipócritas. Si yo hubiera vivido mi infancia y juventud en este periodo de tiempo, prácticamente todas las cosas que me formaron habrían sido blanco de censura, puesto que son grotescas, crudas e incorrectas. Afortunadamente, esta columna aún es políticamente incorrecta y por ende, podemos mirar al pasado. La adolescencia siempre ha sido motivo de fascinación, más de uno pasa la vida añorando volver a aquellos días, o bien, buscando la fuente de la eterna juventud. Esta fijación ha sido plasmada en muchas disciplinas: la música, las historietas, los libros (para los más viejos que no tenían TV ni Internet con redes sociales) y el cine.
Y pese a que la temática siempre suele ser la misma y que por lo regular, ocurre lo que en la vida real jamás pasaría (definitivamente por que es un nerd quien escribe los guiones y en algún escenario tenía que salir triunfante), no nos cansamos de verlas. El catálogo es extenso, desde The Graduate y The Last American Virgin hasta American Pie, sin embargo esta no es una columna de cine; nos centraremos en un filme en específico: Fast Times At Ridgemont High (en español «Picardías Estudiantiles»), la cual cuenta con algunos aspectos por demás curiosos y rescatables.
Podemos hacer hincapié en la vacía sociedad norteamericana, en específico en la californiana que pasaba su tiempo entre el colegio y el centro comercial, o bien replantearnos el Cali dream y su hipocresía al manejar posturas «good vibes» en filmes, mientras Venice beach estaba tapizada de pintas con la leyenda “locals only” o mi favorita: “this is california, now go home”, pero no lo haremos. No hablaremos de un joven Sean Penn interpretando a Jeff Spicoli, que no es más que el californiano promedio, surfista, skater y agradable. Hablando de lo que realmente es importante, Vans tenía una presencia notable en el mercado, había superado ya el estigma de contar con pocas siluetas y sobre todo, gozaba de una aceptación en un público que no distinguía entre clases sociales, ya que el skate y el surf se habían convertido ya en un estilo de vida.
Sin embargo, recordemos que los pilares de la marca son 5 siluetas, pese a contar con muchos diseños y formas, el negocio siempre rotará alrededor de estos pares: Slip On, Sk8 Hi, Era, Old Skool y Authentic. Se dice que, tan sólo en los Estados Unidos, todo habitante usará por lo menos un par de Vans en su vida, así que la tarea de posicionamiento es vital para una compañía que tiene bien cimentado su campo de acción y alcance.
Es por eso el culto desmedido que Vans le rinde a Fast Times At Ridgemont High, la silueta encontró un match perfecto en los pies de Sean Penn, la personalidad de su personaje representa el espíritu que Vans buscaba y como era de esperarse, la población que se identificaba con Jeff Spicoli, encontró en Vans al zapato que usaría en los próximos años. Pero no todo fue gracias a Penn, una generación entera fue víctima de la mercadotecnia. La producción de la cinta permitió colocar los zapatos en el póster del filme. Distintos encuadres fueron realizados a estos, incluso a la caja y al característico papel de estraza color crema; por si fuera poco, Vans le dio una ligera intervención al Slip On, colocando el nombre de la cinta con la tipografía original, impresa en los costados de las gomas laterales.
Un diseño elegante con una combinación de colores ganadora, un personaje entrañable y la exposición en cada una de las salas de cine donde se estrenó, convirtió al Fast Times de Vans en un éxito de venta. El modelo se quedó en el mindset de una generación y Vans discretamente había asegurado a su fiel comprador una vez más. ¿Por qué hablamos de esto? Porque vivimos en una ola donde traer de vuelta a los muertos se ha vuelto un recurso recurrente en la industria. Y es que pese a que nunca se había hecho una reedición, el Fast Times volvió a la vida. Regresó con todo el arsenal de detalles que lo convierten en un objeto de deseo: tecnología en la plantilla, capas extra de material para patinarlo sin piedad respetando dimensiones y materiales originales, y colocándole la etiqueta azul ( si no sabes que tipo de Vans usa etiqueta azul, estás en la columna incorrecta), una bomba.
¿Es el Slip On Fast Times un zapato imperdible?
De ninguna manera. ¿Cambiará el juego para Vans? En lo absoluto, pero este es un negocio y los jóvenes que vibraron con la cinta, representan un mercado infalible de compra. Vans no es indiferente a esto y de un tiempo acá se ha dedicado a traer de vuelta a la vida sus siluetas favoritas y a considerar muchísimo más a este sector de usuario que otras marcas. La nostalgia no es exclusiva de ningún mercado o estilo de vida, y es bien sabido que todos, absolutamente todos por lo menos una vez, hemos deseado ser jóvenes por siempre.
Si ese es tu caso o vives de recuerdos prestados, es hora de que lo compres. Si no es así, simplemente déjalo pasar. De cualquier manera, ya estaba muerto
«eram quod es, eris quod sum»