Tales From The Crypt No. 9: FEIYUE, en busca de la garra del tigre

“Detrás de toda gran fortuna, se esconde un gran crimen” H. Balzac

Por Parco

1.
No sólo calzo Vans. Aún siento la nostalgia por los viejos días, esos que transcurrieron entre la preparatoria y la mitad de la universidad, esos en donde me alejé del skateboarding y en donde la cinematografía era mi vida. Cargaba a diario una Bolex de 1963 8mm con su lente f1.9, caminaba La Chimalistac, San Ángel y Altavista, imitando los consejos de cámara en mano de Jean Luc Godard, buenas épocas. Sólo calzaba zapatos japoneses, tenía una obsesión por los ASICS Tiger en su modelo Court, los cuales fueron diseñados para competir durante los setentas en voleibol, y que llegaron a la cúspide cuando la selección japonesa derrotó a la china calzándolos.

Me volvía loco la combinación OG, sus elegantes franjas azules y rojas a un costado, su puntera en gamuza y su silueta estética. Pero lo que más me gustaba era la suela, completamente de goma amarilla, en zig zag. Era un par complicado, fabricado en 1975 y popularizado en los ochentas, en medio de la transición entre ASICS y Onitsuka – y sin una distribución legal en México– era prácticamente imposible de encontrar; aún así logré calzarlo hasta que no se pudiera más.

Con el tiempo, volví a las patinetas y motocicletas y los zapatos japoneses se quedaron en el baúl.

Hace unos meses, el editor en jefe de este sitio y yo fuimos a ver a LCD Soundsystem en concierto. Teníamos una posición privilegiada dentro del recinto donde se presentaron: a sólo dos o tres personas del escenario; un día memorable. Una de las cosas que jamás voy a olvidar, además de lo bien que la pasamos, fue el calzado de James Murphy; de primera impresión parecía un ASICS Tiger Court, pero pese a su estado descuidado, logré distinguir una palabra escrita.

Estoy seguro que nadie le prestó interés, yo regresé a casa y me dediqué a buscar fotografías y videos de ese día. Tras mucho batallar me topé el set de fotos que Murphy hizo para la promoción de la gira y ahí estaba, calzando FEIYUE.

2
En la China socialista, los adolescentes sólo tenían dos cosas en mente: las artes marciales y calzar FEIYUE, pero la historia de estos se remonta mucho tiempo atrás, hasta 1920 cuando la compañía fue fundada. FEIYUE significa «Atravesar o sobre volar” y se complementa perfecto con el slogan de la marca: “volar hacia adelante”. FEIYUE fue la encargada de fabricar zapatos para monjes shaolin y maestros del kung fu, estos al ser el ejemplo de la juventud fueron los mejores agentes de posicionamiento.

Prácticamente, todo adolescente chino calzó FEIYUE en algún momento de su vida, y si este ha direccionado sus aficiones al kung fu, probablemente siga calzándolos. Los beneficios de FEIYUE incluyen una puntera plastificada, amplia y vulcanizada, una suela en zig zag fabricada en goma, lo cual lo convierte en un zapato estético y ampliamente elástico, y un par de rayas laterales en forma de flecha.

La cúspide para la compañía llegó cuando Bruce Lee calzó FEIYUE en su modalidad Rubber Duck, que no es más que el mismo zapato sin franjas ni leyendas en los costados. Fabricados en blanco y negro sólidos, fueron y son un sneaker icónico de Asia. Los FEIYUE son sneakers económicos (aproximadamente $5 dólares el precio de cada par), durables y cómodos. Una vez que estos se usan, suelen ser como un guante para el pie.

3
Como todo en China, los FEIYUE no sólo se producen en un mismo lugar, varias compañías que se dedican a la fabricación de llantas encuentran en los FEIYUE una entrada extra de dinero. Dentro de los fabricantes más sobresalientes de la marca, se encuentra Top One, quienes han producido el zapato desde los 60s. La cúspide llegó cuando fabricaron el “Tiger Claw”, que es un FEIYUE con acabados pensados 100% para su desarrollo en las artes marciales, cuenta con otra etiqueta y los impresos son cuidados al extremo.

Sin embargo y pese a tener todos los elementos para una integración dentro del mercado del streetwear sobresaliente, la llegada de FEIYUE a las masas se vio truncada por uno de los elementos característicos dentro de la cultura china: la piratería y el robo de patentes.

En 2011 surgió una compañía en Francia que se hace llamar Feiyue International, LLC. El hombre a cargo de esta se llama Patrice Bastian y no es más que un yuppie con tintes bohemios que vivió en Asia durante un tiempo, y que conoció el mercado de FEIYUE. Patrice, que se describe así mismo como un “coleccionista y cabeza dura de los zapatos” decidió vender su colección de más de 300 pares y asociarse con otros dos yuppies franceses: Nicolas Seguy y Clement Fauth (esta última, su esposa y diseñadora de ropa e interiores) para llegar a un acuerdo y adquirir los derechos de FEIYUE.

El punto es: ¿Cómo adquieres los derechos de un zapato el cual se fabrica en múltiples fábricas y claramente no tiene un autor intelectual?

¿Cómo reproduces un zapato el cual cuenta con distintos acabados y modelos, según sea su lugar de fabricación? Así que como si de novela se tratara, los yuppies franceses y la aún comunista China se han enfrascado en una batalla legal de patentes  y derechos. Pese a que Patrice y compañía se han encargado de generar un sitio en internet pulido, comercializan el calzado en mercados artesanales parisinos y europeos; mientras tanto, Top One y los demás fabricantes chinos de FEIYUE han colocado una muralla: ningún zapato francés se venderá jamas en Asia.

No reconocen el trabajo de estos bajo ningún motivo, ya que para ellos son una copia burda y absurda y se han dedicado a hacer lo que mejor saben: inundar el mercado con producto barato respetando su ideología de oferta y demanda. Los interesados en el zapato consideran que la versión china es la más fidedigna y genuina, y evitan los zapatos franceses (lo cual ha sido lapidario para los Galos).

La parte triste es que los productores asiáticos no tienen ningún interés en que los FEIYUE lleguen al streetwear o al mercado anglosajón. Para ellos, el dominar el mercado de las artes marciales es más que suficiente. Gracias a la clase social acomodada –como es normal en la gran mayoría de los casos–los FEIYUE son ahora un objeto de culto, destinados a convertirse en un objeto para pocos y de difícil acceso.

Yo los busqué en  gran parte de Europa, en Estados Unidos y no tuve éxito. Meses después y ya en mi país los encontré en una modesta tienda de artículos para Tai Chi y Kung Fu. A la vendedora de unos cuarenta años le llamaba la atención mi interés en los zapatos si no practicaba ningún deporte. De 1000 pares que llegaron a México, le quedaban unos 30, probablemente hoy no quede disponible ninguno.

Cuando volteé la suela y vi el triángulo verde sonreí, sabía que eso caracteriza un zapato chino de uno francés. Un modesto ladrillo más a la muralla asiática.

“ERAM QUOD ES, ERIS QUOD SUM”

Kanye West is my friend.